Todos tenemos un relato de vida. Todos tenemos algo particular y único que narrar, desde que nacemos hasta el momento en que decidimos contar nuestra historia porque entendemos que es importante contarla.
Articular el relato de la propia vida es un acto importante para uno mismo y para sus seres queridos. Es una respuesta a la vez nueva y tan antigua como el lenguaje mismo. Corresponde a una voluntad de coherencia, de trasmisión, así como al deseo de dejar rastro, de dejar algo detrás de nosotros que refleje fielmente quienes somos, cuáles son nuestros valores y puntos de vista, nuestra visión del mundo.
A menudo sentimos la necesidad de volver a nuestras raíces, de inscribirnos en la historia, la grande y la pequeña. Con el relato de vida tomamos la palabra, nos distanciamos de nuestra historia para volver a apropiárnosla. Tejemos el hilo de nuestra vida en un desarrollo cronológico en que podemos contemplar y reorganizar unos eventos esparcidos en un todo coherente.
Hacemos de nuestra existencia un todo entendiéndola como la expresión de una historia única.
Si la actividad principal de todo ser humano consiste en dar un significado a sus encuentros con el mundo, este significado pasa por el sentido que sus encuentros toman para él. Entenderme es entender lo que las cosas significan para mí.
El relato de vida es una herramienta generadora de espacio mental. Facilita el acceso a la subjetividad y a la totalización que constituye una experiencia de vida, permite la integración de la diversidad de experiencias vividas.
A través de la narración de nuestra historia, con su especificidad, fortalecemos nuestro sentido de pertenencia al mundo.
El relato de vida nos permite:
“La obra crea la mente a la vez que la expresa” (Meyerson)
Un biógrafo se desplaza al domicilio de la persona o al lugar que ella considere conveniente (dentro de las posibilidades técnicas), y la filma o bien la grava para luego escribir lo que ha relatado.
El biógrafo puede ayudar de forma puntual a la persona a ordenar sus recuerdos si ella lo desea.
En el caso del relato escrito, a menos que la persona desee que se le entrega una biografía más formal, el testimonio es transcrito en primera persona y no es transformado al lenguaje del biógrafo, sino que se preserva la forma de expresarse del protagonista.
Luego, la persona decide si quiere quedarse con el material en bruto, sea filmado o escrito, o si prefiere tenerlo procesado bajo la forma de un video montado o de un libro.
También se puede realizar de forma autónoma, usando una cámara o filmándose con un teléfono móvil, una tableta o un ordenador, si se da prevalencia al formato audiovisual. O bien se puede simplemente gravar la voz por medio de una grabadora o de un ordenador, e ir contando, incluso se puede escribir directamente…
Por lo general, el relato de vida empieza con el nacimiento y sigue una pauta cronológica y/o una pauta temática hasta la actualidad, tomando en cuenta la persona y su entorno.
El relato de vida puede ser una herramienta muy efectiva cuando perdemos a un ser querido. Permite abordar conjuntamente las 5 tareas del trabajo de duelo. Se suele trabajar bajo la forma de un video donde la persona incluye en su relato de vida fotos o grabaciones de su ser querido, música, etc... El biógrafo trabaja con la persona hasta la finalización del montaje. El resultado final es una película acabada.
El relato de vida permite aliviar la sensación de aislamiento de la persona al darle la posibilidad de volver a encontrar una coherencia en su historia inscribiéndose en un colectivo, una familia, un espacio, y facilitarle compartir con su entorno.
Actúa como un revelador de lazos entre memoria, sentimiento de identidad y comunicación.
Favorece el estímulo, la valorización: induce respeto y orgullo hacia la propia trayectoria así como deseo de compartir, crea una anclaje de la identidad permitiendo su expresión antes de que la enfermedad lo impida, proporciona seguridad de cara al futuro puesto que la acción de elegir y ejercer la voluntad responden a la inquietud de no poder hacerlo más adelante, restituye la personalidad en el tiempo, sea cual sea la evolución de la enfermedad.
El relato de vida como herramienta de desarrollo personal tal como lo hemos definido anteriormente se dirige a las personas que están en el inicio de la enfermedad.
Beneficios para los familiares
El relato de vida favorece la relación y la comunicación con el paciente, el mantenimiento de la imagen de la persona a pesar de la evolución de la enfermedad, permite tener la transcripción de una memoria familiar en la cual inscribirse, tiene un efecto tranquilizador ya que permite conservar una huella perenne e intocable del ser querido.
Para la persona, escribir el libro de su vida permite la expresión perenne de su historia, de sus experiencias de vida, sus puntos de vista, sus valores, y evita que se deformen o se pierdan.
El relato de vida es una respuesta al sufrimiento espiritual de la persona gravemente enferma y de sus familiares. Compartir con los miembros de su familia, o con sus amigos, su propia historia, inscribir a sus familiares en una memoria común por medio de un texto o un video, ayuda a la persona a reconciliarse con su trayectoria. El texto o el video es una creación, es decir una acción sobre el mundo, establecedora de lazos y fundadora para la descendencia directa o indirecta. Responde a la necesidad de reconocimiento y de sentido de la persona en este momento de su vida.
El biógrafo interviene en la casa de la persona, en el hospital o en el geriátrico, encuentra a la persona interesada, la escucha y escribe su historia con ella, o según su preferencia la graba en audio o la filma.
Jeanne-Marie Hilaire
Coach personal y escritora.
Oriol Diez Ferrer
Sociólogo y Doctor en Comunicación y ciencias audiovisuales.
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